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Defensa Táctil

  • Writer: Centro Monte Coral
    Centro Monte Coral
  • May 11
  • 11 min read


Procesamiento sensorial y defensa táctil

Los sentidos son la puerta por la cual el cerebro entiende el mundo. Desde el punto de vista anatómico, nuestro cerebro está encerrado en una caja oscura donde no escucha, no puede ver, no puede oler ni percibir ninguna otra sensación. La realidad que percibe el cerebro acerca del ambiente que lo rodea proviene de uno o varios sentidos. Ellos son los encargados de detectar y traducir estímulos químicos, físicos o mecánicos recibidos del ambiente y enviarlos al Sistema Nervioso Central para que sean modulados e integrados con el resto de la información que el cerebro maneja. Todo esto con el objetivo que el ser humano pueda interactuar adecuadamente con el ambiente. La habilidad innata de realizar la detección, traducción, modulación e integración de esta información se conoce como procesamiento sensorial (1)(2)(5)(7)(8)(11)(13)(14).


El procesamiento sensorial se realiza constantemente por todos los individuos. Pero hay un detalle importante, existen diferencias individuales que hacen que algunas personas sean más sensibles a ciertos estímulos mientras que otras son menos sensibles que los demás (1)(7). Cuando una persona tiene un límite muy bajo para un estímulo, significa que puede detectar y responder ante variaciones mínimas de la sensación. A esto se le conoce como hiperreactividad sensorial (1)(7) y puede ocurrir en cualquiera de los sentidos. Por el otro lado, una persona con un límite muy alto solamente responderá a estímulos muy elevados, lo que aparece en la literatura como hiporeactividad sensorial (1)(7). A modo de ejemplo se puede decir que, una persona con hiperreactividad olfativa es muy sensible a los olores y puede detectar aún los estímulos muy sutiles, incluso en ocasiones donde otras personas no los perciben.


La hiperreactividad táctil es una condición donde la persona tiene un límite muy bajo para los estímulos sensoriales que percibimos a través de la piel (1). Esto significa que variaciones mínimas en el contacto con la piel, la temperatura externa, el dolor, la presión y la vibración son registradas y procesadas por el individuo (1). O sea su capacidad para sentir cualquiera de esos estímulos es mayor que en otros individuos. La hiperreactividad táctil se conoce también como defensa táctil (1)(8). Se calcula que entre un 5 y 16% de la población mundial tienen una alteración sensorial de algún tipo (3)(11)(12)(14) y se estima que hasta un 52% de los bebés pretérmino pueden desarrollar trastornos sensoriales (16).  


Una persona con defensa táctil puede sentir más calor que otra persona en el mismo cuarto, puede discriminar texturas en su mano que la otra persona no percibe, incluso tener sensaciones de dolor ante un estímulo que no es nocivo. La habilidad para notar pequeños cambios en las texturas de los alimentos está asociada con el rechazo a ciertas comidas, condición que se conoce como selectividad alimentaria (2).


Base neurofisiológica

Para entender mejor la defensa táctil es importante conocer las funciones de la piel. Es el órgano más grande del cuerpo, provee protección y brinda información de temperatura, vibración, textura, presión, peso e incluso movimiento (1)(6)(23). Permite la discriminación de objetos, la percepción del dolor y es fundamental para el desarrollo del apego (23). Es particularmente importante en los primeros meses de vida para formar vínculos afectivos (23). Incluso se dice que aunque las habilidades táctiles disminuyen con la edad, las socio-afectivas más bien aumentan (23).


En la piel, los receptores reciben los estímulos y el proceso de modulación sensorial se encarga de filtrar las sensaciones para poder poner atención a aquellas que son relevantes (1). Este proceso nos permite permanecer atentos a ciertos estímulos mientras ignoramos otros. Por ejemplo, como seres humanos somos capaces de leer y concentrarnos en el significado de las palabras, filtrando completamente la sensación de la ropa. Evidentemente podemos concentrarnos en la textura y presión de la tela, pero en el momento que hacemos actividades que requieren nuestra atención, una gran mayoría de las sensaciones táctiles desaparecen o mejor dicho, se modulan.


Los niños con defensa táctil son incapaces de filtrar algunos estímulos, lo cual provoca que estén constantemente recibiendo información. Esto sin duda puede causar una distracción de sus actividades diarias. Desde el punto de vista clínico, se considera un problema de modulación sensorial donde la piel continúa enviando estímulos y el cerebro es incapaz de filtrarlos (1).


Esta característica sensorial no es un descubrimiento reciente. Desde 1964, cuando la doctora la Dra. Jean Ayres desarrollaba la teoría de la integración sensorial, ella descubrió que había niños incapaces de inhibir ciertos estímulos del sistema táctil. Incluso encontró referencias clínicas por otros investigadores en artículos que datan de 1920 (1).  La Dra. Ayres lo consideró una alteración de origen neurológico y dedicó muchos años a estudiar, documentar y tratar niños con esta condición.  


Ayres pensaba que la defensa táctil es el resultado de un desbalance entre la interpretación discriminativa y la necesidad de defensa (1). Más específicamente en la médula espinal, lugar donde la inhibición de estímulos debía llevarse a cabo (1). Este exceso de información evoca una conducta de protección, defensa y escape, con respuestas emocionales muy marcadas, acentuadas por la secreción de adrenalina (epinefrina) como parte de la respuesta del sistema nervioso central (1). Durante los años 80, se pensó que la defensa táctil también estaba asociada con la incapacidad de inhibir los estímulos por parte de las estructuras superiores del Sistema Nervioso Central (1).


Características de los niños con defensa táctil

Los niños con defensa táctil reciben más información a través de su piel. Esto significa que las sensaciones de dolor, temperatura y texturas están aumentadas.

  • Rechazo a ciertas texturas o estilos de ropa (1)

  • Preferencia para mantenerse al final de la fila (1)

  • Tendencia a alejarse de manera anticipada ante la posibilidad de contacto físico (1)

  • Rechazo al contacto súbito particularmente en la cara (1)

  • Reacciones aversivas incluso cuando lo alzan, abrazan o lo aprietan (1)

  • Disconfort en actividades de la vida diaria como baño, cortar las uñas o el pelo, lavado de dientes (1)

  • Aversión a materiales de arte como pinturas, goma, pasta, arena (1)

  • Respuesta agresiva a ciertos estímulos táctiles incluso los que son suaves (1)

  • Aumento del estrés al estar muy cerca de personas o grupos de personas o desinterés social (1) (11)

  • Ansiedad de separación exagerada (11)

  • Incomodidad al caminar sin zapatos ni medias sobre ciertas texturas como zacate y arena (1)


La clave para identificar los casos no es la presencia de una sola característica, pues muchos niños evitan que les corten las uñas o el pelo (1). Es el conjunto de características que permiten la identificación de los casos (1).  Otro aspecto para considerar es que algunas investigaciones apuntan a que la defensa táctil y la hiperreactividad auditiva son hereditarias y considerablemente influenciadas por el ambiente prenatal (1) y se correlacionan con emociones negativas y el miedo (1).


La defensa táctil y los problemas de discriminación táctil son condiciones totalmente diferentes (1), ambas están obviamente ligadas al sistema táctil, pero pueden aparecer como entidades separadas (1). Cuando se realizan estudios para determinar si el niño tiene alguna característica o trastorno sensorial asociado a su piel, es importante que un profesional calificado haga la entrevista y pruebas necesarias para determinar cuando hay afectación en la función del niño.

 

Condiciones asociadas

Varios investigadores señalan que el déficit atencional y los trastornos de hiperreactividad sensorial, incluyendo la defensa táctil, se traslapan (1)(5)(6). Más allá de eso, es un factor que predispone tono emocional irregular, necesidad extrema de espacio personal y afectación en el cuidado personal (excesivo o muy poco) (1), incluso afectar las relaciones íntimas e interpersonales (1). Todo profesional que sospeche que un niño tiene déficit atencional, debería referir a un especialista en integración sensorial con el objetivo de entender mejor los factores asociados y así brindar un tratamiento más integral de la condición.


También hay estudios que indican que la defensa táctil está íntimamente ligada a problemas de lactancia materna (6). En el estudio realizado por Freund y cols (2023) se concluye que la incidencia de esta condición es el doble en los niños que no logran lactancia materna exclusiva respecto a los que sí la logran (6).


La ansiedad es tanto una causa como una consecuencia de la defensa táctil (1). Un niño crónicamente controlado por un sistema de protección y defensa siempre tendrá menos oportunidades para explorar el entorno, provocando a su vez una alteración en la percepción y el desarrollo motor (1). Esto se extiende incluso a otras emociones, pues en repetidas ocasiones se menciona que los niños con defensa táctil son extremadamente sensibles a la tristeza, el enojo, la felicidad y la frustración (1). A nivel clínico se ha observado también que son niños sumamente cariñosos, empáticos y sinceros. Aunque toman más tiempo que otros niños en adquirir la confianza necesaria para socializar, son capaces de lograrlo y adaptarse sin problema.


Una de las consecuencias de la defensa táctil que causa más angustia y preocupación entre los padres/encargados es la limitación de las opciones alimentarias (1). Esta condición, conocida como selectividad alimentaria, es el resultado de la percepción sin modulación adecuada de las texturas alimentarias. Los niños son tan sensibles a las texturas, que diferencias casi imperceptibles en sus características puede provocar que el niño sienta aversión o incluso asco al momento de tocarlos o llevárselos a la boca. Al ser tan selectivos para comer, usualmente este problema conlleva a alteraciones en la nutrición, crecimiento, interacción social e incluso rendimiento escolar.

 

Recomendaciones

Una vez que estamos claros que la defensa táctil es un tipo de alteración en la modulación sensorial que resulta en una respuesta de defensa ante una sensación que es percibida con mayor intensidad o de forma más prolongada (1), entonces es más fácil entender la conducta de “pelea” o “defensa/pelea” que muestra un niño ante ciertas sensaciones táctiles (1).


La documentación y la experiencia clínica sugieren que el tratamiento debe llevarse a cabo cuando el niño está calmado y motivado a la exploración (1). Las actividades deben iniciar de forma suave y discreta, para luego ir aumentando de forma paulatina. Evidentemente se debe enfocar en lograr habituar al niño a las sensaciones que recibe a través de su piel (1) y muchas veces se busca complementar los estímulos con otros sistemas sensoriales (1).


La primera parte del tratamiento siempre se centra en explicar a los padres las características sensoriales del niño y ser enfáticos que el aumento del estrés en el niño empeora la condición. Todas las actividades deben realizarse en un ambiente de calma y diversión, no pueden ser obligadas y no deben aumentar la aversión del niño a la textura o la situación. Es un proceso progresivo que obviamente será más fácil mientras más pequeño sea el niño. La educación de los padres es clave para asegurar que el niño se expone las situaciones que encuentra difíciles de una forma controlada y progresiva.


Entre las actividades que comúnmente se sugiere realizar con niños con defensa táctil son:

  • Exponer el niño a las texturas, primero a una distancia segura y luego acercarlos, siempre a tolerancia para evitar el estado de estrés o el modo de huída.

  • Explorar texturas con las manos, iniciando usualmente con texturas secas y luego trabajar hacia texturas con mayor humedad.

  • Dibujar con pintura utilizando directamente los dedos o la mano completa.

  • Realizar juegos donde exista la necesidad de tocar o mover artículos que están cubiertos o semicubiertos por la textura.

  • Ayudar a los adultos a manipular alimentos mientras se prepara la comida.

  • Explicar a otros adultos que el niño puede percibir presión, vibración, dolor o temperatura diferente de ellos.

  • Aceptar y respetar momentos en que el niño se siente abrumado sensorialmente.

  • Anticipar situaciones donde podría haber reacciones sensoriales o emocionales adversas.

  • Brindar apoyo al centro educativo para saber cómo manejar las crisis sensoriales y como estimularlo para mejorar la habituación.


Los niños con esta condición intentan controlar el ambiente (a nivel sensorial) y al igual que en otras condiciones de hiperreactividad, se muestran distraídos por estímulos sensoriales que para otros son irrelevantes (1). Esto significa que el especialista podría sugerir cambios en el ambiente familiar o escolar para mejorar la concentración del niño según las posibilidades de cada ambiente.  

 

Consideraciones finales

La defensa táctil se considera un trastorno del procesamiento sensorial si afecta la función del niño en su ambiente familiar, social o escolar. Sus características puede que no afecten ninguna de estas áreas, pero puede disminuir sus deseos de exploración y aprendizaje. Si un niño presenta características de defensa fácil, es importante que sea evaluado por un terapeuta especialista en integración sensorial. Actualmente los terapeutas físicos, terapeutas ocupacionales y los terapeutas del lenguaje pueden optar estudiar y certificarse para evaluar y tratar estos niños, así como aconsejar a las familias respecto al mejor mecanismo para ayudarlos y estimularlos. Los profesionales en salud pueden también colaborar con la educación a las familias para entender que el niño requiere apoyo especializado. Aunque podría entenderse como una desventaja, los niños con defensa táctil tienen ventajas y “super poderes” que podrían ayudar mucho en su vida futura. No solo son niños muy empáticos y cariñosos, sino que su sistema táctil extremadamente sensible puede ayudarles en tareas que requieren mucha presión. El secreto es entender la condición y buscar los mejores profesionales para ayudarle a superar sus retos y explorar sus habilidades innatas.



Literatura consultada


1. Bundy A, Lane S. Sensory Integration. Theory and Practice. Third Edition. F.A. Davis Company. 2020.

2. Chen, Y.-C.; Tsai,W.-H.; Ho, C.-H.;Wang, H.-W.;Wang, L.-W.; Wang, L.-Y.;Wang, H.-H.; Hwang, Y.-S. Atypical Sensory Processing and Its Correlation with Behavioral Problems in Late Preterm Children at Age Two. Int. J. Environ. Res. Public Health 2021, 18, 6438. https://doi.org/10.3390/ijerph18126438

3.     Crasta JE, Salzinger E, Lin M-H, Gavin WJ and Davies PL (2020) Sensory Processing and Attention Profiles Among Children With Sensory Processing Disorders and Autism Spectrum Disorders. Front. Integr. Neurosci. 14:22. doi: 10.3389/fnint.2020.00022.

4.     Cunliffe L, Coulthard H, Williamson IR. The lived experience of parenting a child with sensory sensitivity and picky eating. Matern Child Nutr. 2022 Jul;18(3):e13330. doi: 10.1111/mcn.13330. Epub 2022 Feb 23. PMID: 35195333; PMCID: PMC9218328.

5.    Delgado-Lobete L, Pértega-Díaz S, Santos-Del-Riego S, Montes-Montes R. Sensory processing patterns in developmental coordination disorder, attention deficit hyperactivity disorder and typical development. Res Dev Disabil. 2020 May;100:103608. doi: 10.1016/j.ridd.2020.103608. Epub 2020 Feb 19. PMID: 32087509

6.     Freund-Azaria A, Bart O, Regev R, Bar-Shalita T. Does infant sensory responsiveness explain exclusive breastfeeding 6 months after birth?—a cohort prospective study. Transl Pediatr 2023;12(6):1063-1075. doi: 10.21037/tp-22-596

7.     Galiana-Simal A, Vela-Romero M, Romero-Vela V, Oliver-Tercero N, García-Olmo V, Benito-Castellanos P, Muñoz- Martinez V & Beato-Fernandez L (2020) Sensory processing disorder: Key points of a frequent alteration in neurodevelopmental disorders, Cogent Medicine, 7:1, 1736829, DOI: 10.1080/2331205X.2020.1736829

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23.  Vega J, Suazo I. El Tacto: Tocar y Sentir. Primera Edición. RiL Editores. Universidad Autonoma de Chile. 2021.

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